Los periodistas, ¿ventanas o espejos del mundo?

¿Qué otra forma de definir humanidad que un conjunto de seres tratando de indagar al máximo en la existencia? Solemos diferenciarnos de cualquier otra especie por nuestra incansable búsqueda de conocimiento y nos informamos, día a día, a través de los medios, sobre los acontecimientos que nos rodean.
De alguna forma, todo lo que creemos saber puede ser acreditado a nosotros mismos, gracias a experiencias propias, o a los periodistas. Estas dos fuentes de conocimiento son nuestra única herramienta del saber. Lo más extraño de la ecuación es que, conscientemente o no, confiamos de igual manera en nuestros ojos y en los medios, y se suele pensar que ambos puntos de vista nos muestran, no sólo lo mismo, sino también el panorama completo.
Al describir a los periodistas de este modo, los capacitaríamos en la cualidad de espejos de la realidad, los cuales nos muestran una copia exacta de nuestro mundo, en su totalidad.
De todos modos, podría no ser este el caso, y se podría dudar de los periodistas en su capacidad de informantes completamente confiables de nuestro alrededor. Así, los medios se convierten en ventanas, que dejan de lado la difusión de noticias como réplicas de la existencia y comienzan a otorgar una visión de la sociedad más bien limitada, como a través de una delimitación modificable.
Esto no quiere decir que las noticias comiencen a ser falsas, de hecho, siguen manteniendo intacto su estado de verosimilitud. La diferencia se encuentra en que la ventana solamente nos muestra una parte del todo, generalmente aquello que le conviene al periodista.
El encuadre de un mundo real no es otra cosa que enfocar la mirada en lo que nos atrae, en lo que “importa” en una sociedad que carece de consciencia.
Los periodistas no mienten, eso está claro, pero sólo si consideramos la manipulación de las miradas en la realidad, tan real como esta misma.

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